El Sol


La tradición astrologica atribuye al Sol la regencia de la realeza, los jefes, el poder, la autoridad, la luz, la energía, el calor, la vida, el ser, la individualidad, la unicidad, la síntesis, la totalidad, el brillo, el color, la grandeza, lo que está hecho para ser visto y admirado, el éxito, la gloria, la voluntad, la conciencia, la nobleza, la dignidad....

En la interpretación astrológica de un horóscopo personal esta luminaria afecta a lo que se elige o lo que se prefiere, el conjunto de valores reales que nos rigen, las prioridades personales que nos mueven más allá de la necesidad y el instinto, pero también la potencia de la voluntad individual que dirige la propia vida. Representa lo que verdaderamente amamos, lo que realmente admiramos más allá de las hipocresías y los disimulos…; lo que somos. Representa las cosas valiosas, el oro, todo lo que importa realmente a nuestro corazón, (si es que tenemos corazón), nuestro tesoro. Y es que el Sol nos eleva por encima de las miserias de la vida, nos da nobleza y dignidad, nos da valores y potencias inequívocas que nos hacen sentir hermosos y admirables. La esencia solar es "querer" en su sentido amplio como expresión de las preferencias y la voluntad personal más íntima.

El Sol define nuestras relaciones con la autoridad, con los jefes, con lo mandatorio. Asimismo define cómo gobernamos, cómo nos relacionamos con quienes tienen la suerte de caer bajo nuestro poder, con los de condición inferior, etc. El Sol rige la voluntad y esta no se entiende sin libertad. El acto voluntario sólo puede ser libre y por tanto sujeto a responsabilidad. Por esto el Sol reina sobre lo consciente, la luz y lo que en ella reside, lo que es evidente y visible, lo que está bajo el dominio de la voluntad y la conciencia. El Sol se relaciona con nuestra conducta, con lo que mostramos de nosotros mismos o lo que no podemos ocultar, con la calidad y cualidad de lo que expresamos de forma evidente. Tiene que ver con nuestra proyección individual en lo social.

Los aspectos armónicos de los otros planetas con el Sol indican un yo equilibrado capaz de establecer relaciones objetivas con las otras personas o las cosas y que sabe ponerse en su sitio y en general comportarse como corresponde dentro de su medio manteniendo el carácter propio y la dignidad en el papel que asume en el juego de la existencia. Señalan virtudes que el individuo verá de algún modo reconocidas y valoradas pero no tienen forzosamente que significar notoriedad. Un planeta en buen aspecto con el Sol tiene siempre un lado diáfano e iluminado que no puede ocultarse y que no le permite rebajarse a expresarse sin cierta decencia y dignidad.

En sus expresiones conflictivas encontramos problemas de identidad y de conducta. Vemos el narcisismo del ego, el afán de protagonismo, la soberbia, la insolencia, el desprecio, el uso agobiante y arbitrario del poder, la prepotencia, el autoritarismo, el apetito desordenado de éxito o gloria personales, el voluntarismo, la actitud absurda y quijotesca de caballero andante desfazedor de entuertos, los delirios de grandeza, el sentido del honor desatinado, el orgullo, el excesivo amor propio, la incapacidad de humillarse y la dificultad para contemplar la propia sombra.

El Sol tiene relación con lo absoluto; es decir, lo que no depende de otras cosas para sostenerse en el ser. Es por tanto el principio fundamental de la divinidad, el dador de valor y de ser. Su naturaleza es prelógica ya que de él proceden la autentica voluntad y las verdaderas inclinaciones de los corazones. Hay personas que por encima de todo aman lo ético y personas que por encima de todo aman ser temidos, hay quienes tienen una gran determinación de ser ésto o aquéllo y quienes sólo tienen voluntad de sobrevivir por cualquier medio. El Sol es lo que tiene verdadera energía para movernos, es aquéllo con lo que nos identificamos y lo que de veras ambicionamos; el Sol es lo que "es", no lo que "debería ser". Esto último en principio es una idea, no una realidad. Lo que "debería ser" sólo tiene fuerza en las personas cuyo corazón ama de veras lo ideal. Si una persona no ama la ética difícilmente encontrará la energía para comportarse con rectitud y justicia.

El Sol se situa en el extremo más abstracto del continuo masa-energía, la energía latente; máximos de temperatura, frecuencia y densidad energéticas. El Sol simboliza la energía como poder, es decir, aquélla que puede convertirse en acto y que mueve sin ser movida; aquéllo que orienta a las creaturas hacia la individualización y su felicidad principal que es la realización de su ser. Por eso el Sol tiene relación con el corazón como la fuente de nuestros afectos, aquella parte de nosotros que ama con plenitud y energía, con fuego. El Sol es símbolo de un amor del corazón (adoración, admiración). En su sentido más sublime comunica un atisbo de la gloria, de un bien supremo intuido que atrae a los seres hacia sí, de algo vivamente real y verdadero que arde eternamente porque es atemporal.


2 comentarios:

  1. Hola Ulises esta muy bueno tu blog. Por favor si podes segui publicando es un gran aporte para qui8enes recien comenzamos con la astrologia, un cordial saludo, Maira.

    ResponderEliminar

Pubica un comentario