La Luna



La Luna es variada, múltiple en sus manifestaciones. Esta pluralidad se expresa en las multitudes humanas y sus sociedades, compuestas de individuos distintos pero con características comunes que pueden ser contempladas como un todo por sus atributos generales. La encontramos en las manadas, los rebaños de animales, los bancos de peces, en la rica diversidad de comunidades sociales. Esta pluralidad se manifiesta poética y simbólicamente en las caras siempre distintas (pero siempre una), que el satélite nos muestra cada uno de los días del mes lunar. Para el artista este astro representa a su público, para el espectáculo los espectadores, para el gobernarte su ámbito de poder y el conjunto de los que lo padecen, para el escritor o periodista sus audiencias, para el político los electores, para el pastor su rebaño, para el líder sus seguidores. Por esto Luna tiene que ver con la difusión, la divulgación, todo lo que está en la esfera plural de la vida pública.

La Luna representa los ámbitos a los que la entidad pertenece, los medios en los que habita. Ámbitos que se se solapan, que se contienen unos a otros.... En su significado más amplio, geográficamente, se relaciona con las culturas humanas, las naciones, las lenguas, las gentes, los pueblos. Se puede decir que representa al planeta como lugar, a la biosfera como hábitat y hogar de la vida, e incluso al universo como gran escenario de lo creado. Se expresa también de forma vertical en los distintos niveles y clases sociales que jalonan toda comunidad de seres sociales.

Imagen cortesía de https://dietdelaluna.blogspot.com.es/2012_09_01_archive.html
Fases de la Luna


Sin embargo, de forma más específica, el astro de la noche es el significador del contenido más privado de la entidad; la intimidad personal, el espacio interior en el individuo mismo. La posición y los aspectos de la Luna informan de los entornos locales para nuestro sujeto de análisis astrológico, con sus tradiciones y particularidades; la tierra de nacimiento, el domicilio donde se mora, el clan, la tribu, el ambiente en que habitamos, las condiciones cercanas que nos rodean, el hogar con su calidez y protección, la vida doméstica en general. Concretamente la familia (y en general, los domésticos y todos aquéllos que moran con nosotros), los ascendientes y descendientes por línea directa y especialmente la madre como vehículo principal y agente de la herencia, del crecimiento y de la formación. Se relaciona con las Diosas reinas de los panteones y en general con la Diosa Madre universal. Se identifica específicamente con las mujeres, con el sexo femenino en general, más allá del aspecto sexual, y con los infantes.

A pesar de esta tendencia "localista", la luminaria menor suele proveer la atracción y, a menudo, la oportunidad por conocer otras culturas. Su faceta universal, puede formar a la típica persona de mundo, cosmopolita, dotándonos de gentilidad, orientándonos al estudio de lenguas y haciéndonos capaces de sentirnos bien en una existencia nómada, llevando psicológicamente la propia casa dentro de nosotros a cualquier lugar donde vamos. En su versión más estrecha, también puede darse el otro extremo; exacerbar el nacionalismo, el patrioterismo, el racismo, la xenofobia (odio a lo extranjero), hacer al paleto lugareño ensimismado en su pequeño mundo, incapaz de salir de lo familiar o lo local, dentro su concha protectora...

La Luna también puede darnos la oportunidad de ponernos en contacto con círculos y estratos sociales distintos a los nuestros de nacimiento, enseñarnos a movernos con naturalidad en distintos ambientes. En realidad, este cuerpo celeste tiene mucho que ver con la educación recibida; no la educación que recibimos en la escuela, sino la que recibimos en casa. En tiempos pasados, las personas de alta cuna solían recibir una educación variada; además de las disciplinas clásicas del conocimiento, aprendían una o varias artes, oratoria, filosofía, varios idiomas, modales, formas y costumbres gentiles.... En fin, eso que podemos llamar un "natural saber estar". Esta cultura general no es la de la especialización para el trabajo, ni la de tipo académico. Por eso en el caso de una Luna poco propicia, podríamos encontrar a personas vulgares, poco gentiles, maleducadas e ignorantes. 

Este astro tiene que ver con la democracia, las mayorías, la condición de ciudadano sujeto de sufragio activo, como miembro de una comunidad social, pero también como súbdito de un poder que se padece. Se identifica con las instituciones públicas democráticas; desde las altas cortes y los parlamentos, pasando por todo tipo de asambleas ciudadanas, ayuntamientos…, hasta las grandes mayorías sociales que forman las masas de clases populares. Sin embargo La Luna se caracteriza precisamente por definir lo común, lo vulgar, lo que abunda, lo frecuente, lo corriente, lo ordinario, lo normal, lo mayoritario. Por esto, entre sus características está la tendencia a marginar a la rareza, un reproche a lo que se presenta con características excéntricas, a lo que se sale de la costumbre o la tradición, una recriminación, a lo que se aparta de la noción de "respetabilidad" social, del sentido común o del sentimiento socialmente aceptado.

Al contrario que Saturno que hace que las cosas se conserven en el tiempo, Luna hace a las cosas efímeras, pasajeras, de corta duración; trae el cambio cíclico, la constante variación, el eterno movimiento orbital en torno a un centro de gravedad. Trae lo cotidiano, toda variación o movimiento frecuente considerado normal y que no sorprende. Es cambiante, errabunda, quiere desconcentrarse, distraerse, divertirse, alejarse de lo responsable, lo serio, lo grave. Por eso tiene que ver con la fiesta, la alegría efímera y la socialización, las reuniones en sitios públicos, la vida nocturna, y todo acto en que se celebra y se afirma la vida en comunidad.

La luna se deja guiar, “recibe” la educación, admite la autoridad, tiende a ser seguidor. Tiene que ver por tanto con la obediencia (de raíz etimológica “oír”, “escuchar”). Se relaciona con nuestra herencia cultural básica, lo que asimilamos de nuestro entorno en general, lo que mamamos en casa, lo que aprendemos a imitar sin pasarlo por el cedazo del discernimiento intelectual, que será desarrollado más adelante. Son los comportamientos y actitudes lunares que adquirimos sin criterio en la niñez en la que somos seres dependientes necesitados de guía y protección. La Luna recibe las influencias, la cultura y las tradiciones sin cuestionar, pues no puede sino confiar y obedecer a los padres (o la guía de los expertos en materias que ignoramos en la edad adulta). Es la apertura, la receptividad, la plasticidad, la potencia para ser formado. Pero en general y más allá de la niñez, es nuestra capacidad de dejarnos llevar por guías en los que confiamos, de aceptación de la ley dada o de adaptación a la costumbre o “normalidad” social.

La capacidad de adaptación es típica de la influencia de este astro. La estrategia de sumisión, de dependencia, de ajuste, de no salirse del molde, del sentido común y el instinto de comportarse como todo el mundo..., eso de seguir la tradición, esa conducta gregaria, son la protección que se pone en juego instintivamente para no ser dañado por el dominante o quedarse solo y vulnerable ante un entorno potencialmente hostil y son además, la garantía de no equivocarnos demasiado.

En el aspecto psicológico nuestro satélite tiene una gran importancia en la conformación de la personalidad. Representa al “mí”, a diferencia del “yo”. Puede verse como el yo pasivo, el cuerpo como lugar que habito, los recuerdos, la memoria y la historia personales. Se relaciona con la vida emocional y el psiquismo individual, con la moción del alma, con lo subjetivo, con el centro de la vida íntima, con el contenido de la consciencia, (en la cara consciente de la Luna). Se expresa en nuestra personalidad cuando estamos en familia y en confianza, pero también en nuestro trato con el público, con la gente en general. 

Parece significativo, desde el punto de vista de la importancia simbólica de esta luminaria, el hecho de que los tamaños aparentes de Sol y Luna sean equivalentes desde el punto de vista del observador sobre la tierra, rondando ambos cuerpos los 30 minutos de arco (0,5 grados de arco) de diámetro, tamaño que multiplica muchas veces el de cualquiera de los demás planetas. En idioma castellano existen dos palabras muy relacionadas con la entidad misma: los verbos ser y estar. Estar parece convenir mucho a la Luna. Es usado para definir un atributo temporal o transitorio. No es lo mismo decir, “Esta niña está nerviosa”, que decir, “Esta niña es nerviosa”. Asimismo, el verbo estar se usa para definir la localización de la entidad: “París está en Francia, pero la Luna está más lejos”. Ambos usos son muy afines a la esencia de lo simbolizado por el satélite. El verbo Ser, sin embargo, es mucho más solar; no implica nada transitorio sino que si decimos, “Soy alto”, definimos un atributo definitivo del ente que atribuye al sujeto una cualidad que le corresponde por naturaleza, que expresa su esencia. “El agua es transparente. Pero el agua de este río está turbia”.

La memoria en general, y por lo tanto el pasado se encuentran entre lo regido por el astro de la Diosa Madre. La memoria puede definirse como el reflejo de lo real en la psique, como la luz de luna es el pálido reflejo del brillo de la fuente de luz solar. La Luz de luna no permite ver los colores por estar su luminosidad por debajo del umbral necesario que necesitan los conos –los receptores más sensibles que permiten diferenciar los colores. En realidad permite ver en tonalidades grises, como las viejas filmaciones en blanco y negro que tan bien comunican la idea de un pasado que nunca volverá. Sin embargo, bajo la luna llena, se observa un deslizamiento al azul. 

También la Historia está dentro de su ámbito y no solo el pasado escrito. Hasta ahora hemos hablado de las manifestaciones visibles del astro, pero hay mucho más. En su cara oculta la Luna guarda metafóricamente el pasado remoto, la memoria genética de la especie y el registro del devenir de todo lo creado. Aquí presenta su aspecto de noche negra e inescrutable, su aspecto inconsciente. Son aquellos contenidos, no ya sólo los subconscientes asimilados en la infancia, sino todos los instintos y tendencias heredadas de la evolución de la propia historia de la vida. En la astrología esotérica, la Luna es también una especie de depositaria del resultado evolutivo alcanzado por la mónada en su crecimiento y de las tendencias y potencialidades que heredamos resultado de nuestros hábitos y capacidades desarrollados en vidas pasadas.

No le pidas a la Luna que innove, o que sea original, su trabajo es permanecer con lo típico y ligar el pasado con el presente. Ella nos muestra nuestras dependencias. Luna se enfrenta al hecho de que no podemos ser autoridades académicas en todas las materias del saber, ni expertos en todos los oficios; sabe que dependemos del médico, del fontanero, del abogado.... Luna es generalista, no puede ser especialista. Nos muestra donde somos  "plebe", común de los mortales, sabe que, en general, funciona aquéllo de hacer lo que vieres allá donde fueres. Pero cuando Luna hace bien su trabajo, nos hace poner al pasado en su lugar, nos hace identificarnos mejor con ámbitos amplios, no quedar atrapados en particularidades, por ejemplo, en las diferencias de raza, de cultura, de extracto social. Nos hace dar un paso atrás para revisar nuestro bagaje (nuestro condicionamiento), liberarnos de lo accesorio y así movernos libres hacia delante. Hace que pongamos a lo secundario en su sitio, que nos adaptemos a las condiciones transitorias y que contemplemos las cosas menos graves como algo anecdótico y con buen humor, sin desenfocar su importancia o su trascendencia. Una buena Luna es esencial para mostrarnos la variedad de las cosas y que de su muchedumbre, debemos quedarnos con las más valiosas, y con su pálida luz difusa, nos ayuda en la oscura noche de nuestra ignorancia a distinguirlas de un modo imperfecto.

Las virtudes relacionadas con su influencia son: 

Sentimiento, alma, ánimo, vida interior, capacidad de empatía, fertilidad (tanto física como emocional e intelectual). Imaginación, memoria, asimilación. Apertura, receptividad. Don de gentes, sociabilidad, popularidad. Personalidad acogedora, cálida, familiar, disposición maternal, tendencia a nutrir, a cuidar y proteger, a envolver y poner a otros bajo su ala. Adaptabilidad, obediencia, sentido común, disposición democrática, gentileza y trato cercano hacia la gente en general aunque sean de condición inferior. Humor simpático, capacidad para distraer, entretener, para animar y hacer sentir a otros como en su casa. Apego y respeto de los padres, la familia y las tradiciones. Civismo, buen desempeño como ciudadano o como miembro de una comunidad. Sentido ecológico.

Luna afligida puede presentar estos defectos:

Sentimentalidad, timidez, actitud infantil, inmadurez, sumisión, dependencia, falta de personalidad, conformismo, influenciabilidad, inconstancia, inquietud. Tendencia voluble, cambiante, caprichosa. Populismo, demagogia. Actitud errática, sin norte, dejando la vida pasar, tendencia a distraerse, a entretenerse, a irse por las ramas, a adentrarse en lo múltiple y variado con poca selectividad, inclinación a ser como Vicente, que va siempre a donde va la gente. Humor inestable, se deja llevar por sus estados anímicos del momento. Vulgaridad, falta de distinción, modales deficientes, problemas de convivencia doméstica, desajustes sociales y con el entorno personal. Tendencia a cargar con el pasado, a vivir de recuerdos, atado a la tradición o lo familiar. Irresponsabilidad, inconsciencia, falta de seriedad, yerra por exceso o por defecto de simpatía, problemas por aquello de “caer bien”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Pubica un comentario