Urano


El significado simbólico de Urano es en parte ilustrado por el mito griego que señala a un titán entre los inmortales, Prometeo, como el amigo de la humanidad que roba las artes y el fuego de los dioses para entregarlo al hombre desnudo, mal armado y tan pobremente equipado para la supervivencia salvaje entre las otras especies. Cuenta el mito que a partir de este momento el hombre inicia la primera industria o artesanía, se asienta y comienza a vivir en ciudades y a organizarse socialmente en forma compleja. Este mito es una alegoría del desarrollo de una poderosa capacidad cerebral con las facultades cognitivas y de poder de trasformación del medio que pone al servicio de la especie humana, por lo demás escasamente dotada genéticamente.

De aquí que este astro se relacione con el cerebro, la inventiva, el ingenio y la capacidad artificiosa de la inteligencia, las ciencias y las artes, la técnica, la máquina, el progreso científico y el avance tecnológico. Es un factor de urbanidad, civilización, organización social y división del trabajo. Urano rige lo colectivo, en general las asociaciones humanas pero especialmente las relaciones más allá de la esfera familiar o genética, más allá del clan o lo vecinal. Rige las asociaciones basadas en la solidaridad, en la mutua ayuda, las ideológicas o profesionales, las basadas en intereses de clase o estamento..., hasta las más universales como el sentimiento de ciudadanía y la fraternidad humana o de los pueblos. Y finalmente la amistad, la menos condicionada y más libre de las relaciones afectivas humanas.

La astrología moderna presenta a Urano como un soplo de libertad, de ruptura de ataduras y condicionantes y su acción súbita y brusca tiende a sorprendernos. Nos despierta y nos saca del marasmo pero también de los sueños más felices, a veces de forma muy desagradable. Exige estar alerta, preparado y libre de prejuicios porque trae lo nuevo, lo inesperado, lo original, y todo esto tiende a chocar con lo viejo y lo establecido, con intereses fosilizados y a menudo obliga a replantear las certezas con las que solíamos contar.

Dentro de su ámbito está lo azaroso, lo aleatorio, lo accidental, lo que no parece fruto de una intención o voluntad. En la esfera de Urano las cosas ocurren como en la mecánica cuántica donde no es posible conocer simultáneamente de forma precisa la velocidad y la posición de una partícula y donde un gato en una caja puede estar a la vez vivo y muerto en el mismo instante concreto. Esta indeterminación de Urano le hace fastidiosamente imprevisible. Por otro lado, con él viene lo extemporáneo, lo inoportuno, el contratiempo. También es un agente de la anomalía, de lo diferente, de lo que está al margen, de lo que desentona o no encaja, la excepción que confirma la regla, etc.

Urano rige el principio de la automatización del movimiento. Es responsable del progreso evolutivo, hace que la actividad y los procesos de bajo nivel necesarios para la vida se vuelvan involuntarios y se hagan automáticos de forma que no se necesite un esfuerzo consciente para sostenerlos. Por eso tiene que ver con aquello sobre lo que no poseemos control, lo involuntario, lo reflejo. Representa la parte de máquina más o menos ordenada y preprogramada que hay en todo lo vivo, así como el movimiento y los procesos sostenidos por fuerzas físicas en las cosas inanimadas. El significado simbólico de este astro encuentra muchas resonancias en conceptos de la física; especialmente los fenómenos ondulatorios en general, la electricidad, el sonido, se le aplican propiamente.

Sus potencias se basan en el poder proyectivo de la mente, la planificación, la capacidad de prever y de adelantarse a las probabilidades futuras por medio de la combinatoria, la deducción y la inferencia lógica. En general este astro se inclina a ser racional, cerebral, abstracto, impersonal y más bien frío en la aproximación a las cosas. Nos hace encontrar y valernos de las relaciones causales que encadenan las cosas y los eventos. Nos hace pensar por nosotros mismos y afirmar nuestro propio raciocinio. Por esto Urano choca a menudo con la autoridad, con el dogma o la fuerza de la costumbre, que no suelen estar fundamentadas precisamente sobre razones científicas o lógicas.

En cualquier caso Urano define en buena medida la objetividad, la impersonalidad, la coherencia y fuerza de nuestra racionalidad, la consciencia de la relatividad de las cosas, la independencia del pensamiento, nuestra libertad y autonomía frente al poder, la capacidad de rebelarnos y liberarnos de cadenas y prejuicios, el poder para cambiar, improvisar y para replantearnos las cosas y a nosotros mismos. Es nuestra capacidad para colaborar, para ayudar, para compartir, para la amistad sin prejuicios, para ser anónimos, para hacer cosas sin firma, sin buscar gloria o reconocimiento personal, para ser y actuar en forma no-egoísta y descentrarnos de nosotros mismos.

En su peor lado encontramos personas con un pensamiento demasiado "libre" y poco convencionales, con mentalidades contradictorias, relativistas, paradójicas, con actitudes excéntricas o extrañas y rasgos peculiares e inluso estrafalarios en su persona. Individuos huraños, bruscos, que provocan tensión e incertidumbre por su naturaleza impredecible. Podría haber fragmentación de la personalidad o rasgos esquizofrénicos, una naturaleza pendular e inestable.

Por otra parte vemos individuos hiperracionales, demasiado teóricos o mentales, con dificultades para permanecer con el "corazón", con las pasiones o emociones que laten (siempre que no se trate de sus propios desvaríos). Tiende a la rebeldía, la desobediencia, la anarquía, a romper y trastornar las cosas, a la falta de auto-inhibición, a los problemas de autocontrol, el nerviosismo, la excitabilidad y puede ser explosivo bajo la presión o el estrés. Conduce a la despersonalización destructiva, a experimentar el sentimiento de ser sólo una máquina, sólo un número o un ladrillo más en el muro. Urano puede hacernos demasiado utópicos, tratar de ajustar la complejidad de lo vivo y dinámico en esquemas teóricos y construcciones artificiales ingeniosas. Goya nos recuerda: "El sueño de la razón produce monstruos".

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