2002 MS4

Medea

En la mitología griega, Medea (del griego Μήδεια) era la hija de Eetes, rey de la Cólquida, y de la ninfa Idía. Era sacerdotisa de Hécate, a la que algunos consideran su madre y de la que se supone que aprendió los principios de la hechicería junto con su tía, la diosa y maga Circe. Así, Medea es el arquetipo de bruja o hechicera. Era, asimismo, nieta del dios Helios. Su personaje tendría una gran repercusión en generaciones posteriores, sobre todo de manos de autores trágicos de la talla de Eurípides (Medea) y Séneca.  
La huida de la Cólquida  
Cuando Jasón y los argonautas llegaron a la Cólquida y reclamaron el vellocino de oro, el rey Eetes les prometió que se lo entregaría sólo si eran capaces de realizar ciertas tareas. En primer lugar Jasón tenía que uncir dos bueyes que exhalaban llamaradas de fuego por la boca y arar un campo con ellos. Una vez arado, debería sembrar en los surcos los dientes de dragón que Eetes le dio. Jasón aceptó las condiciones, a pesar de que salir airoso de la prueba le parecía imposible.
Sin embargo Medea, traspasado su corazón por los dardos certeros de amor de Eros y aconsejada por su hermana (a cuyos hijos había salvado Jasón de perecer en la Isla de los Pájaros), visitó esa misma noche la tienda de Jasón y le proporcionó pociones y ungüentos mágicos, además de las instrucciones precisas para lograrlo. Invulnerable al fuego y poseedor de una fuerza sobrenatural, pudo el héroe someter a los bueyes y uncirlos al arado, roturando a continuación la porción de tierra acordada. Tras ello, y arrojados los dientes en los surcos, se retiró a observar cómo de cada diente surgía un soldado-esqueleto fuertemente armado. Después de esperar con paciencia a que se desarrollasen completamente un gran número de ellos, arrojó una enorme piedra entre los soldados, que no sabían quién la había arrojado, y lucharon encarnizadamente entre sí por hacerse con ella hasta la muerte. Finalmente, aún bajo los efectos de las pociones mágicas de Medea, Jasón acabó con los que quedaron en pie.  
Tras salir airoso de esta prueba, Eetes se enfadó sobremanera y se negó a cumplir su parte del trato. Guiados entonces por Medea, los argonautas llegaron al bosque donde se escondía el vellocino de oro. Allí, Medea exhortó a los presentes a evitar ser hipnotizados no mirando a los ojos a su guardián, una serpiente enorme que jamás dormía. Ayudada de unas hierbas especiales y sus propios poderes hipnóticos, Medea logró dormir al reptil, permitiendo así que Jasón cogiera el preciado trofeo y pudieran todos regresar con él a su patria.  
La expedición de los argonautas partió entonces con la compañía de Medea ya que, sabedora de que su traición nunca sería perdonada y enamorada perdidamente de Jasón, había rogado a cambio de sus servicios poder huir con la expedición. Jasón no sólo había accedido, sino que le prometió hacerla su esposa, jurándole que le sería siempre fiel. Eetes mandó entonces a su hijo mayor Apsirto al frente de una gran flota a perseguirlos. Pero cuando logró al fin darles alcance, Jasón acordó con Apsirto entregar a Medea a cambio de poder continuar su viaje con el vellocino. Medea urdió entonces nuevamente una estratagema para que su hermanastro se presentase solo a la negociación, lo que aprovechó Jasón para asesinarle a traición y arrojar su cuerpo, en múltiples pedazos, al mar. El desconsolado Eetes tuvo que entretenerse recogiendo uno por uno los restos de su hijo, lo que dio ventaja a los argonautas para que pudieran escapar. 
Existen varias versiones acerca de la ruta que siguieron los argonautas a partir de entonces, ya que la versión que nos ha llegado se pone en duda al requerir un trayecto por tierra por media Europa (bien vadeando ríos navegables, bien arrastrando por tierra firme su nave Argos).  
Cuando llegaron a Tesalia, Medea profetizó que el timonel del Argos, Eufemo, reinaría sobre Libia. Esta profecía se materializaría posteriormente en Bato, descendiente de Eufemo.  
La boda con Jasón 
Una vez purificados ante los dioses por Circe del crimen de Apsirto, en su morada de la isla Eea, los argonautas fueron interceptados por los colcos que les perseguían en Córcira (Corfú), donde se encontraban los héroes bajo la protección del rey Alcínoo. Éste, tras discurrir una solución, decide entregar a Medea a los perseguidores sólo si conserva su doncellez, lo que le comunica en la intimidad de la alcoba a su esposa la reina Arete la noche previa al dictamen. Arete, cautivada por el encanto de Medea, da aviso de ello a los argonautas, que esa misma noche, en la cueva de Macris y sobre el propio vellocino, consumaron su matrimonio. De esta forma al día siguiente, cuando Alcínoo emitió su sentencia, los colcos no pudieron cumplir las órdenes de Eetes y frustrados se establecieron en la zona, temerosos de su venganza si volvían a la Cólquida a comunicarle la noticia.  
Tritón y Talos 
Cuando los argonautas llegaron a Creta después de esperar a que Circe purificara a Medea por el asesinato de Apsirto y de atravesar el estrecho de Escila y Caribdis y sobrepasar los dominios de las sirenas, les fue imposible tomar tierra, pues la isla estaba custodiada por Talos, el gigante de bronce. Talos tenía una única vena que le llegaba desde el cuello al tobillo y que estaba rematada por un clavo que evitaba que se le saliese la sangre. Medea hizo beber al gigante una poción prometiéndole que le haría inmortal, pero que en realidad era un potente somnífero. Después le sacó el clavo y dejó que se desangrara, pudiendo así llegar a Creta.  
Finalmente, estando ya cerca de su destino, la ciudad de Yolco, unos vientos arrastraron al Argo hasta Libia, donde tras sufrir nuevas penalidades encontraron la fuente que Heracles hizo brotar de una patada cuando pasó por allí camino de completar una de sus tareas. Sólo gracias a Tritón, que arrastró la nave a mar abierto, pudieron al fin seguir su camino.  
La muerte de Pelias 
Cuando Jasón y Medea llegaron a Yolco, Pelias se negó a entregarle el trono, a pesar de que habían traído el vellocino. Medea conspiró entonces para que fueran las propias hijas de Pelias las que acabasen con él: caracterizada como una anciana sacerdotisa hiperbórea de la diosa Artemisa les demostró que se podía rejuvenecer a un anciano cortando la garganta de un viejo carnero y sumergiéndolo en un caldero. Pero cuando las hijas de Pelias, con la mejor intención, hicieron lo mismo con su padre, este no sobrevivió. 
Abandono de Jasón 
A pesar de haberse librado ya de Pelías, los habitantes de Yolco aborrecieron el magnicidio y Jasón y Medea se vieron obligados a dejar Yolco partiendo hacia Corinto, llamados por los habitantes de esta ciudad sobre la que Medea pretendía tener derechos al trono. Allí vivieron durante diez años hasta que Jasón acordó con el rey Creonte abandonar a Medea, a la que el rey pretendía expulsar de Corinto, para unirse a su hija la princesa Glauca. Medea entonces, arrastrada por los celos, envió a Glauca como regalo de bodas un manto de irresistible belleza. Cuando Glauca lo recibió de manos de la sirvienta de Medea se lo puso de inmediato, liberando la magia contenida en él que la convirtió en una tela llameante. Las llamas la consumieron totalmente a ella y a su padre, Creonte, que se abalanzó sobre ella con intención de salvarla. A continuación, y para hacer el máximo daño a Jasón, Medea mató a los dos hijos que habían tenido en común. Otra versión afirma que Jasón había dejado a Medea por Creúsa, que parece ser la propia Glauca, a la que Medea regaló un vestido que al ponérselo se le pegaría al cuerpo y la mataría.  
En la tragedia de Eurípides, es Medea quien envía a sus dos hijos con el manto para Glauca. Medea sabía que mataría a sus hijos si los mandaba con el presente, pero sus deseos de venganza contra Jasón eran mayores que el amor por ellos. 
Los habitantes de Corinto, bien en venganza por la muerte de Creonte o bien decepcionados por el comportamiento de Medea, la apedrearon en el templo de Hera y la obligaron a abandonar la ciudad en el carro de serpientes aladas que le había regalado su abuelo Helios.  
Una versión de la historia narra que los corintios fueron quienes mataron a los hijos de Medea, como castigo por el hechizo que ésta había realizado a Glauca. Pero a su vez, como castigo, una epidemia fue acabando con todos los niños de la ciudad. Los corintios no se libraron de esta maldición hasta que, por consejo del oráculo de Delfos, realizaron sacrificios solemnes a los hijos de Medea y obligaron a los suyos a guardar luto. Esto justificaría por qué los dirigentes de Corinto, en el siglo V a. C., pagaron al dramaturgo Eurípides para que narrara la tragedia de Medea atribuyendo a la protagonista toda la lista de asesinatos y lavando así la imagen de la ciudad.6 Esta manipulación acabaría con otras versiones que consideraban a Medea como una mujer virtuosa que no había cometido más pecado que profesar un profundo amor a su marido, que la abandonó injustamente.  
Medea y Hércules 
Cuando Medea huyó de Corinto se propuso buscar a Heracles, pues éste le había prometido auxilio en el caso de que Jasón dejara de cumplir con su palabra. Lo encontró en Tebas, pero la furia de Hera lo había enloquecido. Medea lo curó con sus remedios. Sin embargo, Euristeo apremiaba a Heracles para que cumpliera sus trabajos y Medea se resignó a que no sería ayudada por él. 
Medea en Atenas 
Tras errar por distintos lugares en busca de protección, Medea llegó a la ciudad de Atenas, cuyo rey, Egeo, no sólo le ofreció hospitalidad sino que se casó con ella con la esperanza de que sus hechicerías le permitieran concebir un hijo pese a lo avanzado de su edad. La hechicera cumplió sus expectativas, teniendo de él un hijo al que llamaron Medo. 
Cuando Teseo, el hijo secreto de Egeo, llegó a Atenas dispuesto a que su padre lo reconociera como heredero, Medea lo tomó como una amenaza al futuro de su hijo, e intentó envenenarlo. Pero Teseo la descubrió y, acusada de cometer horribles crímenes y de brujería, Medea tuvo que huir de nuevo, esta vez con su hijo. 
Cuando Medea murió, moró en los Campos Elíseos, donde vivió feliz para toda la eternidad. Según algunas fuentes, es posible que se casara con Aquiles.

La historia mitológica de Medea describe, a mi juicio, de una forma excelente las características de este enano que se observan en la práctica en las cartas astrales; una naturaleza pasional, celosa y destructiva. La malquerencia, el mal de ojo, el gafe, la maldición, la tendencia a conspirar secretamente con fines egoístas y malvados están en la faceta más oscura de este astro. Pero también la superstición, las creencias animistas, la invocación a los espíritus o a los demonios, los aquelarres y misas negras

El patrón del flechazo de Eros provocando el enamoramiento incondicional y el deseo de poseer el objeto amado, incluso en contra de la familia o de alguna forma de inconveniente importante,  parece típico. Son personas que sienten que sacrifican y ponen mucho en la vida de pareja y por los hijos. Capaces de hacer casi cualquier cosa por aquéllos que aman, cuando son abandonados o traicionados (lo cual es a menudo su destino), pueden desatarse con gran violencia. En el caso de Medea, su decidido amor hace que salve y ayude a Jasón en diversas ocasiones, y todo eso será pagado con el abandono y la traición de Jasón al casarse con la realeza. Es muy interesante leer a Eurípides en su Tragedia de Medea para comprender los motivos de los personajes y su complejidad.

No es necesario entrar en detalle respecto las decenas de miles de ajusticiados en las cazas de brujas y herejes en todo el mundo occidental en el pasado. Tan solo insistir en la enormidad de los crímenes que, apoyándose sobre la superstición popular que servía de excusa, buscaban apoderarse de los bienes de los perseguidos con prácticas judiciales absolutamente perversas y carentes de toda decencia. En muchos casos, las víctimas de estas injusticias eran viudas pobres que realizaban remedios caseros para los males o las dolencias y que se juntaban con sus iguales, dado que las mujeres viejas y solitarias nunca fueron muy valoradas socialmente en la historia.

Medea se ve obligada a huir, tanto de Corinto como de Atenas, por causa del miedo entre los puritanos de la época a sus artes negras, pero también por sus maldades en defensa de lo que considera suyo. Tiene muchos conflictos con quienes le rodean debido a su carácter fuerte y temible, y termina por ser aborrecida por quienes la conocen por el temor de las terribles consecuencias de su ira.

Dejando de lado lo más sórdido, con este astro veremos una tendencia a la búsqueda del conocimiento oculto, una atracción por lo esotérico y toda forma honesta de apelar a lo sobrenatural con fines compasivos, para la curación, como en el caso de Edgar Cayce. En general, 2002 MS4 parece, estar relacionado con los sucesos paranormales, con los fenómenos Psi, con los poderes sobrenaturales y los milagros, los portentos, lo mágico

La brujería, el chamanismo, la hechicería están en la base de la medicina y la farmacia. El conocimiento de las propiedades de las plantas y hierbas, la comunicación con los espíritus por medio de trances facilitados por alucinógenos, las posesiones y exorcismos son las primeras formas que los antiguos tuvieron de enfrentarse a las enfermedades y a otras calamidades que acechaban unas vidas envueltas en el misterio. Las causas de la lluvia o la sequía eran un misterio inexplicable para el hombre antiguo, no es extraño entonces invocar al misterio para hacer llover. Tampoco es extraño que los alquimistas creyeran en la posibilidad de transmutar plomo en oro, algo que la ciencia actual podría hacer si no fuera porque los costes de la operación superarían exageradamente a los beneficios.
 
La palabra inglesa “hechicero” usada en Deuteronomio 18:10, se traduce como ”pharmakos” en la traducción griega del Antiguo Testamento hebreo (la Septuaginta), y esa palabra griega significa “mago”, o alguien que usa pociones mágicas, venenos. Todo medicamento es un veneno que intoxica si se administra más allá de la dosis justa.

La magia está definida como la ciencia y arte de utilizar conscientemente poderes invisibles (espirituales) para producir efectos visibles. Era la ciencia de comunicarse con potencias supremas y supramundanas y dirigirlas, así como de ejercer imperio sobre las demás esferas inferiores; es un conocimiento práctico de los misterios ocultos de la Naturaleza.

La magia parte de dos principios elementales: 1.º “Los acontecimientos que se producen en el universo siguen unas leyes inmutables, que pueden ser conocidas”; y  2.º  “El conocimiento de las leyes proporciona la posibilidad de previsión del desarrollo de un fenómeno”. Estos principios son los mismos que impulsan a la ciencia. El pensamiento mágico utiliza el lenguaje simbólico, mientras que el científico usa una terminología lógica.

Al igual que la energía es más poderosa que la materia y, al ser más sutil, puede atravesarla, también la mente es superior a los otros niveles inferiores, y puede dominarlos. Por eso el objeto del estudio del mago no es la materia, sino el espíritu. En su búsqueda de los poderes espirituales, el mago aprende a dominar la materia, pues descubre esas leyes universales, que no son materiales, y las fuerzas sutiles que mantienen el orden en el universo.
 “Lleno está el mundo de magos inconscientes (en la vida ordinaria, en la política, en el clero y en las fortalezas del libre pensamiento). La mayor parte de estos magos son “hechiceros” a causa de su peculiar egoísmo, su carácter vengativo, envidioso y maléfico” (H. P. Blavatsky).

Hécate 

Hécate es una diosa ctónica preolímpica, y no fue fácilmente asimilada en el panteón posterior de la Grecia clásica. Más allá de la Teogonía, las fuentes griegas no ofrecen una historia sobre su parentesco, ni de sus relaciones en el panteón: a veces es considerada una titánide, hija de Perses y Asteria, y una poderosa ayudante y protectora de los humanos. Su presencia continua se explicaba asegurando que, debido a que fue la única titánide que ayudó a Zeus en la Titanomaquia, no fue desterrada a los dominios del Inframundo tras su derrota por los olímpicos, en lo que supone otro indicio de la persistencia de los cultos en los que era adorada. 
También se contaba que era la hija de Deméter o Ferea. Hécate, como Deméter, era una diosa de la tierra y la fertilidad. Una versión poco difundida la hacía incluso la hija menor de Zeus, un rasgo que sin embargo comparte con Atenea y Afrodita, como aspectos de antiguas deidades que tampoco pudieron ser eclipsadas por los olímpicos debido a que su adoración era tan dominante.  
Un mito cuenta que había robado el pote de carmín de su madre y huido a una casa donde una mujer estaba de parto. Zeus la envió al reino de Hades para ser purificada. En él gozaba de gran autoridad, pues era conocida como la reina invencible y presidía las ceremonias de penitencia y purificación. 
Por lo demás, su papel en los mitos es secundario: ayudó a Deméter cuando Perséfone fue raptada (en algunas versiones del mito fue ella quien la rescató del Inframundo), y se opuso a Heracles cuando este intentó enfrentarse a Cerbero. 
Reina de las brujas  
Se consideraba que todos los grandes magos y hechiceros mitológicos eran descendientes suyos, especialmente los hermanos Circe y Eetes, hijos suyos y, por tanto, abuela de Medea.  Por otra parte, es la madre de muchos monstruos, como Escila, que representaba los aspectos pavorosos de la naturaleza que producían miedo y sobrecogimiento. 
"Reina de los Fantasmas" es un título asociado con Hécate debido a la creencia de que podía tanto evitar que el mal saliese del mundo de los espíritus, como también permitir que dicho mal entrase. Hécate, pues, tenía un papel y poder especial en los cementerios. Guarda los caminos y senderos que se cruzan.  

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