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El Ciclo del Bambú

Este es, ciertamente, un cultivo no apto para impacientes. El bambú japonés ha de sembrarse, abonar la tierra y ocuparse de regarlo constantemente. Si no conocemos su ciclo, al ver que durante los primeros meses no sucede nada sobre la tierra…, probablemente nos decepcionaremos. Es más; no sucede NADA durante los primeros 7 años. Quien no conoce su ciclo, bien podría pensar que esas semillas no valen para nada. Sin embargo, tras esos 7 años y en tan solo 6 semanas, el bambú japonés crece sin parar hasta una altura de más de 30 metros.
¿Podemos decir que tarda solo seis semanas en crecer? Por supuesto que no. Desde el momento que es sembrado, necesita 7 años y seis semanas en desarrollarse y mostrar todo su esplendor. Maravillosamente, los primeros 7 años, el bambú los utiliza para crear un conjunto de complejas raíces, fuertes y capaces de ser la base de su crecimiento a partir del séptimo año.
¿Conocemos el ciclo de la semilla que hemos sembrado?

La agricultura (del latín agri ‘campo’, y cultūra ‘cultivo’, ‘crianza’) es el conjunto de actividades económicas y técnicas relacionadas con el tratamiento del suelo y el cultivo de la tierra para la producción de alimentos. 

Haremos énfasis en la idea de cultura. En su definición científica moderna Jesús Mosterín define la cultura como la información transmitida por aprendizaje social entre animales de la misma especie. Como tal, se contrapone a la naturaleza, es decir, a la información transmitida genéticamente. Desde este punto de vista, la inclinación al “cultivo” de este astro, probablemente, no se limite al ámbito de las plantas en el campo, sino que se extiende a todo aquello que se trabaja más allá del estado silvestre o natural. Se seleccionan las mejores semillas, se siembran y cuidan con mimo para recoger una cosecha fructífera, pero quien siembra vientos, recoge tempestades.

«Siembra un pensamiento, cosecha una acción; 
siembra una ac­ción, cosecha un hábito. 
Siembra un hábito, cosecha un carácter; 
siembra un carácter, cosecha un destino»

Una buena manera de acercarse a la esencia de este enano es observar lo que supone el desarrollo de la forma de vida del agricultor comparada con la del cazador-recolector. El primero abandona la vida nómada, se hace necesariamente sedentario. Se necesita un cierto tipo de personalidad: paciencia, autocontrol para pensar a largo plazo y diferir la satisfacción inmediata, rasgos que no son muy comunes en los cazadores-recolectores, quienes no se afanan por el trabajo.

La agricultura condujo al nacimiento de la propiedad. Entre cazadores-recolectores existió, probablemente, el hecho de que una tribu reclamara un territorio rico en caza y plantas para recolectar como propio frente a tribus rivales, pero no existía la propiedad individual de la tierra, ni propiedades privadas significativas, ni excedentes de cosechas, ni acumulación de bienes. Tampoco eran egoístas a la hora de compartir comida, había que comer lo más posible de las grandes piezas para no tener que cargar en exceso la carne seca. Todos los individuos eran necesarios en el clan, para defenderlo, para buscar alimento, para proteger a las crías…, así que compartir era mucho más efectivo, no compensaba ser egoísta. Practicaban, más bien, lo que se ha llamado una “economía del regalo”.

Los granjeros, por el contrario, no podían compartir sus semillas o sus vacas. Los agricultores tenían que trabajar cada vez más duro para sobrevivir. La selección social (esa gran ignorada, pues siempre hablamos de selección natural o de selección sexual), favoreció a la gente -rara entonces- con inclinación a trabajar aunque hubiera suficiente para comer. Empezaron a ser seleccionados seres sociables, adaptables a una vida más cortés en asentamientos y comunidades cada vez más grandes; aquellos que se desasilvestraban lo suficiente para hacer negocios con los excedentes de las cosechas, los que se acostumbraron a vivir con extraños en comunidades donde el constante contacto multiplicaba la probabilidad de conflictos...etc. Estos tenían más éxito y por tanto más hijos y la humanidad empezó a adaptarse a la urbanidad y al comportamiento, digamos, ciudadano.

Estoy dejando fuera de la hipótesis de este astro a la ganadería deliberadamente, aunque esta sea casi indivisible de la agricultura, compañera inseparable en su evolución histórica y en la actividad de la granja, porque intuyo que debe haber otro enano que la signifique propiamente. Podría tratarse de Praamzius o de otro enano más masivo que todavía no tengo en observación. Este segundo astro tendría que ver con la crianza del ganado, la zootecnia, su domesticación y la doma, pero también con cualidades como la mansedumbre, la sociabilidad del animal y su incapacidad para volver a la vida salvaje. La domesticación hace a los animales, incluído el hombre, más hábiles socialmente pero también más dependientes de los demás.

Los humanos muestran muchas características de haber sido domesticados: bajos niveles de agresión, aumento de la cooperación, deseo de agradar a los demás, e incluso cambios en la estructura ósea similares a los de animales domesticados. Esto hace plausible la conclusión de que los humanos han sido domesticados por las preferencias de otros humanos. Los individuos que agradan o que simplemente engañan con éxito a los demás (hipocresía), reciben recursos y ayuda que aumentan su éxito reproductor. Los individuos agresivos (cuando no están amparados por el Poder) y explícitamente egoístas no obtienen esos beneficios y son excluidos del grupo y de la reproducción. El resultado son unos humanos domesticados. Este proceso de “docilidad” si se desboca puede llevar a conductas que benefician a los demás más que a uno mismo. 

Cita no textual de Bruce Hood. The domesticated brain. Pelican, Penguin Books. 2014

Tenemos a Deméter en la mitología  griega y a Ceres en la romana, como diosas de la agricultura quienes enseñaron este saber a los mortales. Sin embargo, en la mentalidad antigua fueron también diosas de la fertilidad de la tierra. Defiendo que 2003 AZ84 es la agricultura, sí, pero como cultivo, técnica, conocimiento, cultura y forma de vida. NO ES la fertilidad de la tierra. El agricultor es vulnerable a la sequía, a las inundaciones, al granizo, incluso a una fuerte tormenta, su éxito depende de la lluvia en la proporción adecuada y de la fertilidad del suelo. Sospecho que estos factores mencionados están significados por otros factores astrológicos. En concreto, creo que esa tierra fértil y la vida vegetal que florece en ella, le pertenecen propiamente a Haumea, y esos aportes de lluvia o de flujos de agua tan necesarios pero que pueden, en su exceso, ser tan destructivos, pertenecen a uno o a ambos de los enanos 2001 UR163 y 2003 UZ413.

Entre los enemigos de la agricultura se encuentran las plagas de insectos, de microorganismos y hongos, también alimañas del campo y criaturas silvestres (entre las que no falta algún ladrón de dos piernas) que saquean y roban las cosechas. Pero la agricultura, en su ansia de nuevas tierras fértiles, ha sido la responsable de la deforestación y la aniquilación casi completa del hábitat de la vida salvaje que son características del mundo moderno, y de una grave reducción de la diversidad genética. La cultura humana ha alterado por completo la faz de la tierra en la que vivió el hombre paleolítico, ha dejado desiertos y tierras estériles por todo el mundo donde antes había frondosos jardines naturales, ha contaminado y empobrecido una naturaleza que un día vio nacer a ese desvalido ser sin colmillos, sin garras y además sin pelo. 

Lo dicho más arriba no es, desde luego, una clase de ecología, sino una manera de acercarse al aspecto de este enano en su peor lado. Aquí deberíamos hallar personas con escasas inclinaciones  atléticas y tendencias más bien sedentarias, con poca simpatía por lo que se presenta como silvestre, salvaje o natural, con tendencia a cultivarlo todo... Y surge la pregunta: ¿Existe algo que, de suyo, no se pueda o no se deba cultivar? Yo creo que sí, pero dejaré al lector que encuentre su respuesta.

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