La historia de Ceres tiene un detalle digno de mención. Poco después de su primer avistamiento fue considerado uno más de los cientos de asteroides que se empezaron a encontrar inmediatamente entre las órbitas de Marte y Júpiter. Pasados más de doscientos años Ceres ha sido elevado, “ensalzado”. Los astrónomos en la actualidad han encontrado que este astro tiene características que lo diferencian de los asteroides y lo consideran como una especie de fósil de bebé planetario congelado en su desarrollo durante la etapa del nacimiento de los planetas hace 4500 millones de años. Ceres está ahora en la categoría de Planeta Enano junto con Eris y Plutón y ha sido encontrado digna de jugar en la misma liga.
En la tradición astrológica se lo ha relacionado con el parto y el momento mismo en que las cosas nacen a la existencia. Representa así, al recién nacido. Es el brote, la forma primera, mas reducida y pequeña del ser vivo.
En la tradición astrológica se lo ha relacionado con el parto y el momento mismo en que las cosas nacen a la existencia. Representa así, al recién nacido. Es el brote, la forma primera, mas reducida y pequeña del ser vivo.
Un arquetipo de Ceres puede ser el Niño Jesús; el bebé divino, perseguido por el rey Herodes nada más nacer, según la tradición, por temor de que le arrebatara su poder temporal. El cordero de poca edad, víctima de sacrificio ritual o para ser simplemente devorado. La suerte de las crías en la naturaleza puede dar una idea de la vulnerabilidad y altas tasas de mortalidad infantil, las vicisitudes en los partos y la fragilidad de la vida del recién llegado.
Otra poderosa imagen arquetípica la encontramos en el mito bíblico de Adán y Eva; el ser humano aún inmerso en el jardín del Edén (la naturaleza), inocente, inconsciente de su desnudez, no tiene nociones del bien ni del mal. El primer hombre en los albores de la especie, sin extensiones ni herramientas complejas, sin tecnología.
Otra poderosa imagen arquetípica la encontramos en el mito bíblico de Adán y Eva; el ser humano aún inmerso en el jardín del Edén (la naturaleza), inocente, inconsciente de su desnudez, no tiene nociones del bien ni del mal. El primer hombre en los albores de la especie, sin extensiones ni herramientas complejas, sin tecnología.
En general, tiene que ver con la ausencia de complejidad o desarrollo. Es el individuo en su forma más despojada de poder. Es, como individuo, el elemento simple en las jerarquías sociales y en lo que pueda representarse como escalas graduadas. El soldado raso en la infantería, el agente sin graduación en la policía, el peón en el ajedrez; el componente básico y más numeroso que forma la base de una pirámide jerárquica. En este sentido se relaciona con la obediencia como aceptación de grados diversos de subordinación voluntaria, con la capacidad de ejecutar como instrumento los mandatos de una voluntad superior.
Se le encuentra a menudo mal situado por posición y aspectos en las cartas astrales de personas con enfermedades crónicas de diverso tipo e individuos con diferentes formas de discapacidad. Parece experimentarse como una disminución de la capacidad real de tener una vida de trabajador activo y útil.
Tampoco es raro verlo afligido en casos de apocamiento o alguna clase de pobreza de espíritu. Según el psicoanálisis, la experiencia del parto y los meses inmediatamente posteriores a éste son fundamentales en la conformación de la personalidad del infante, de la adquisición de sus primeras herramientas en su relación con el mundo y en su desarrollo emocional. Los aspectos y posición de Ceres serían indicadores de la clase de relación con la madre en este tiempo crucial. Una madre ausente o que, por cualquier motivo, no es capaz de dar al niño su calor, cuidados, alimento o su debida atención, puede tener como resultado carencias profundas en el desarrollo posterior de la personalidad y la autoestima. En estos casos el infante puede quedar fijado en sentimientos de desatención, abandono o frustración de su necesidad. Estas emociones, vividas agudamente, pero no digeridas por un aparato metabólico emocional aún no desarrollado, pueden ser una herida profundamente enterrada en el subconsciente que hagan al individuo retraerse a ese estado de necesidad primordial, haciéndole sentir psicológicamente como un bebé y afectando al desarrollo de su self, esperando que alguien le cuide, le alimente, le maneje y le haga sentirse valioso. Este puede ser, de hecho, el sustrato fundamental de profundos complejos de inferioridad, de un sentimiento de pequeñez, de contemplarse a uno mismo como un instrumento roto, del énfasis en la propia pobreza, en la propia ineptitud para cumplir una función activa y útil en la vida.
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