Quaoar


La mitología de Quaoar tiene sus raíces en la tribu Tongva de nativos norteamericanos.  Esta fuerza fundamental de la creación, canta y danza para crear el Dios supremo, Weywot, padre del Cielo; éste se une al primero en su acto mágico de baile y canto para crear a la Madre Tierra. Así, cada nueva deidad creada se une al coro y a la danza aumentando la complejidad hasta que todos los seres vienen a existir.  
Este cuerpo parece tener mucho que ver con el cortejo amoroso. Los orígenes del baile y el canto se encuentran precisamente aquí; entre muchas especies, los pretendientes realizan su danza o su canto nupciales sincronizándose para el encuentro sexual y las actividades de reproducción.

Quaoar sería un pretendiente en acción. Seductor, persuasivo, está ávido de agradar pero no está limitado a un ámbito sexual. Es natural que se acabe cortejando a lo que realmente se ama, sea una pareja o el mismo Poder. Quaoar parece tener cierto espíritu de cortesano y uno puede imaginar a los coros angélicos cantando sin cesar las alabanzas a Dios y su justicia, pero en su peor aspecto se muestra especialista en sobar la vanidad de otros, adulando, halagando, haciendo la pelota y cediendo de forma indigna. Como anécdota diré que cuando empecé a tratar de imaginar la esencia de este astro,vino a mi mente la imagen de un juglar medieval que actuaba y declamaba cantando gestas loas a los héroes para entretener al rey y a la corte.


 Pavo Real


Ciertos aspectos del mundo de la diplomacia corresponderían bien con su hipotética esencia. Se observa también muy relacionado con el mundo de la moda y su glamour y el diseño en general. En la práctica, parece observarse en cartas astrales un vínculo con el maltrato y con los conflictos de pareja, además de la tendencia a no hacer honor a los propios tratos o asumir compromisos que luego no se cumplen. En política, la sabiduría popular enseña: “Política es prometer y prometer hasta meter…. Y una vez metido, nada de lo prometido”.


 
El Candidato


Pero Quaoar parece tender al engaño; detrás de su estrategia de agradar suele tener ambición y deseo de estatus, sobre todo por la ventaja que ello supone para el éxito con el sexo opuesto y en la vida social. En la historia de Ixión un rey mortal de la mitología griega, se relata que después de haber sido perdonado por los dioses por un horrible crimen, a Ixión se le concedió sentarse a la mesa con ellos en el olimpo y compartir la ambrosía, el néctar de los dioses. Aun después de merecer tan elevado favor, al quedar deslumbrado por los encantos de la misma Hera, reina de los dioses, llegó en su osadía a confesarle su amor, y puesto de rodillas a sus pies le conjuró a que correspondiese a su pasión; afrenta intolerable que la reina de los dioses pagó con vivo desdén, y que al enterarse Zeus quiso considerar primeramente como producto de un trastorno por beber la ambrosía. Creo que esta actitud de desmedida pretensión hacia Hera en el mito de Ixión, corresponde más con Quaoar, aunque los griegos pusieran al primero como protagonista. Quaoar no es un desalmado criminal, pero es un pretendiente que aspira a lo sublime. De hecho, creo que ambos planetas enanos están “entrelazados” en conjunción en la fenomenología del orden del mundo, tienden a aliarse en la complicidad. El tema de la relación que se establece entre ambos queda  bien plasmado, a mi juicio, con el par Fausto-Mefisto; siendo Fausto Quaoar y Mefisto Ixión. El pacto de sangre que los une es Varda, el contrato; planeta enano que se analizará en otro apartado.

Fausto


Efectivamente, en la obra de Goethe encontramos este énfasis en la unión amorosa ya que el maduro Fausto, ratón de estudio y hombre intelectual de vasto conocimiento, siente que no ha tenido éxito en su vida amorosa ni mundana fuera del ámbito de la medicina y de la ciencia. Es admirado académicamente, pero no es un hombre prospero. Entonces, busca en la hechicería y la magia el acceso a un poder más allá del campo del saber. Pero nada de eso apaga la llama de su descontento y desea la experiencia de las pasiones y los placeres de la vida. Firma un pacto de sangre con el diablo Mefistófeles a cambio de su alma, quien le rejuvenece y con sus poderes, le permite experimentar la conquista de dos grandes amores que acaban trágicamente:

Margarita: Primer amor de Fausto, doncella candorosa y de alma noble y religiosa, quien muere por el remordimiento debido a la cadena de tragedias sobrevenidas en su vida y su familia por causa de haber aceptado los halagos y amores clandestinos de Fausto.

Helena: Ser mitológico, de la Antigua Grecia y personaje principal en la historia de la guerra de Troya en la Ilíada. Con su extrema belleza y perfección enamoraba a todo hombre que la contemplaba. Helena desaparece al solicitar su entrada al reino de las sombras después que el hijo producto de su unión con Fausto, llamado Euforión muera al intentar volar como Ícaro.

La psicología de Fausto no es propiamente la de un malvado. Por el contrario, es un personaje inquieto e insatisfecho que busca la completitud del alma a través del eterno femenino redentor primero que nada. Incluso cuando busca después, satisfacer su deseo de poder y dominio, su naturaleza ética no deja de sufrir con cada caída en la corrupción por causa de las tentaciones a las que le somete Mefistófeles en su afán de darle algo que le satisfaga completamente; porque ese será el momento en que pueda cobrar su alma. Aparentemente, Mephisto lo consigue al final de la obra y llega la hora de Fausto. Pero en realidad, Fausto no puede quedar satisfecho sino con lo excelso, con lo infinito del ser y del amor divino, pues su vida termina en su lecho de muerte con la sola compañía del fantasma de la inquietud del espíritu, tal como al principio. Todo esto queda probado en la apuesta con la que todo empezó entre Dios y Mefistófeles, por lo que el alma de nuestro héroe es arrancada de las manos de Satán.

Esta es la historia de la decadencia moral (aparentemente), de un alma cultivada y educada al máximo en la intelectualidad de su tiempo pero llena de anhelos mundanos, un alma corruptible en caída que camina hacia su desintegración espiritual y me atrevo a especular que pueda ser una imagen de la esencia astrológica de Quaoar.

Ser o no ser


El emparejamiento es también momento y acción de elegir. Se observa cuidadosamente al pretendiente que se muestra, para evaluar su aptitud global para engendrar una descendencia óptima para sobrevivir en un mundo de recursos limitados y múltiples competidores; descendencia que pueda maximizar las posibilidades de continuidad de la información genética de los progenitores. Se trata de elegir a la pareja más prometedora al alcance. La elección de la pareja es probablemente la elección por antonomasia; la más importante en la vida de cualquier organismo con reproducción sexual. Por supuesto, el problema de la elección no queda limitado al asunto de la actividad reproductiva.

Esta situación de estar frente a la elección, de hallarse ante la encrucijada es fundamental, si no me equivoco, en la interpretación de Quaoar. Creo que el personaje de Hamlet en la obra de Shakespeare es una buena representación de la constelación arquetípica que rodea a este planeta enano.

Hamlet

Esta obra de teatro gira en torno a las tribulaciones de Hamlet, cuyo padre, el rey de Dinamarca, ha muerto. Luego de que el fantasma de éste le revela que ha sido asesinado por Claudio, su hermano y actual rey (que además ha casado con la madre de Hamlet, Gertrudis), lo urge a vengarse.

Dudando de la versión del fantasma, se finge loco por temor a que su comportamiento pueda desvelar a su tío que Hamlet está en conocimiento de todo.

Aprovecha la presencia de un grupo de cómicos de teatro itinerante para que presenten una obra que evoca el asesinato de su padre. Al retirarse Claudio abruptamente de la representación, Hamlet confirma la verdad de los hechos y concluye que debe matar a su padrastro.

En algún momento Hamlet realiza el famoso soliloquio “Ser o no ser” en el que muestra su dilema ante la disyuntiva entre la acción que determina la tragedia y la muerte, o el miedo a morir que nos condena a soportar los golpes del destino y a sufrir penosamente las injusticias y las afrentas.






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